El Poder

El caso de Julio César Chávez Padilla, acusado de ser coautor del asesinato de Raúl Calderón, refleja la descomposición social y política en México.

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EL CASO Raúl Calderón asesinado en enero en un triste episodio rodeado de contradicciones, se presenta en este momento como otra evidencia de la descomposición social que dice combatir el gobierno y que hoy parece surgir de sus propias entrañas echando abajo los discursos de una clase política en crisis.

JULIO CÉSAR Chávez Padilla fue el colega periodista que transitó al campo de la política mientras se producía en él una metamorfosis interesante que acusaba comportamientos obsesivos como los ataques a Enrique Flores y la exigencia a los burócratas de denunciar a su antecesor, que ironía.

EVIDENCIA la situación que explotó con la petición de desafuero del alcalde de Guadalupe, una realidad que nos insulta, lastima y duele demasiado. Si bien Chávez hizo pública una carta asegurando que enfrentará el problema, su desaparición por varios días generó sospechas graves y difíciles de remontar.

EXCESOS como los que sugiere la presunción de que Julio fue coautor del crimen del músico y abogado Calderón, ya generaron una fuerte desconfianza ciudadana, sin embargo él lo atribuye todo a una campaña en su contra debido al cambio que representa en el esquema, supongo, de los postulados de la 4T.

INCONGRUENCIA total la que observamos cuando vemos a diputados empeñados en retrasar el proceso de desafuero en un comportamiento que los arrastra como a Julio al desprestigio generando la interrogante obligada ¿Por qué ofenden así a los zacatecanos?

RUMORES lamentables corrieron sin freno cuando el tema trascendió a la opinión pública involucrando a Julio, a su esposa y al propio Raúl Calderón, planteando un "crimen pasional" con tintes perturbadores que lastiman sin piedad a los pequeños hijos del alcalde, cosa que me provoca una gran tristeza.

INTERESES políticos afloraron de inmediato arrastrando, como era de esperarse al partido en el poder sin omitir los comentarios sobre la cercanía de Julio César con David Monreal, Verónica Díaz y "la secta", como si todos juntos hubieran fraguado el crimen.

Y AL FINAL la gran perdedora es la sociedad zacatecana que sufre una fuerte recaída en sus múltiples dolencias. Al margen del desafuero y la postura de Julio César Chávez, me pregunto qué pasará con Guadalupe, un municipio que no merece lo que está ocurriendo.

EXHIBE todo, el caos infinito en el que vamos descendiendo sin remedio visible porque un hombre que encarnaba la autoridad en un municipio convulsionado por la violencia, hoy se ve severamente cuestionado, mientras la presidencia municipal luce desolada.

POLÍTICOS que tienen en sus manos la conducción de pueblos están obligadísimos a un comportamiento ejemplar y la Fiscalía que encabeza Francisco Murillo Ruiseco se legitimó de una manera esperanzadora. La expectativa ahora es la aplicación de la ley, apegada, por supuesto al debido proceso.

DECADENTES los tiempos que vivimos. Están ocurriendo sucesos alarmantes como este, que por el curso que va tomando, evidencia un margen de maniobra dirigido desde las esferas de poderes que dan muestra clara de ser ejercidos arbitrariamente.