Lamentable degradación de la política

La práctica de la política es una vocación de servicio a la comunidad. No es un atajo que utiliza la mediocridad como refugio de salvación al no ser capaces de ganarse la vida.

Lamentable degradación de la política

Por: Genaro Borrego Estrada

La política es esencial en cualquier sociedad. Sin su práctica sería imposible la convivencia entre los humanos e imperaría el desorden y la arbitrariedad; el abuso de quienes tienen más poder en contra de los más débiles y sería impensable la existencia de espacios e infraestructura de utilidad general. Sin política no habría leyes ni justicia; ni servicios comunitarios que son indispensables para la vida individual, familiar, y colectiva. Sin política imperaría el caos.

Esa y no otra es la función primordial e imprescindible de la política. Conseguir y mantener el orden y procurar el bien general, sin exclusiones y con equidad. Para ello es menester tener poder legítimo derivado de la ciudadanía que lo delega en sus representantes y autoridades a través del voto, en el caso de los regímenes democráticos, emitido en procesos electorales periódicos aceptados y reconocidos por todos.

El voto mayoritario es lo que da poder a un ciudadano que ha decidido practicar la política apegado rigurosamente a los dictados de la ley y velando por el interés general. La política no es solo para conquistar la voluntad ciudadana a través del sufragio sino fundamentalmente para ejercer el poder haciendo cotidianamente política, buena política, a fin de cumplir y alcanzar los fines superiores de la misma, que ya dijimos son el orden social, la satisfacción de las necesidades de la vida en comunidad, crear las condiciones del progreso con equidad, proporcionar los servicios indispensables con eficacia y suficiencia y sobretodo garantizar la seguridad individual y de las familias así como el respeto riguroso a la vida y sus bienes. La sociedad le da a la autoridad los recursos económicos a través de los impuestos, para que cumpla con su cometido. Para eso solamente y no para su propio beneficio ni de sus específicos y personales intereses.

Anoto las anteriores consideraciones porque me parece pertinente revisar si la política que se está practicando hoy día se apega a dicho concepto y cumple con las mencionadas finalidades, porque si no es este el caso significa que no se está haciendo política o se hace un remedo o una degradación o quizá hasta una perversión de la misma, lo cuál es una traición a la confianza popular recibida con el sufragio.

La práctica de la política es una vocación de servicio a la comunidad. No es un atajo que utiliza la mediocridad como refugio de salvación al no ser capaces de ganarse la vida de otra manera; no es tampoco la vía para complacer primitivos instintos de poder para sobreponerse y controlar a otros; tampoco es un botín para el enriquecimiento fácil; menos aún es la oportunidad para vivir con privilegios arbitrarios e indecorosos. No es la panacea de oportunistas y ambiciosos. Tampoco es el foro destemplado para descargar rencores, ni terapia para pretender superar complejos. Todo ello es lo que se quiera pero NO es política sino su degradada y lamentable simulación.

Están arrancando las campañas políticas y tendremos un elenco muy variado de personas que practican o dicen practicar la política para lograr tener poder y ojalá también para ejercerlo políticamente en bien de la sociedad. Hemos visto una etapa previa en la selección de los candidatos de los diferentes partidos en la que parecen prevalecer los intereses de grupo y las componendas entre los actores políticos motivados por sus propósitos de complacencias superiores o de control y no siempre buscando los perfiles idóneos para el servicio con cuadros de verdadera vocación para ello. Hay desde luego candidatas y candidatos que si tienen clara su responsabilidad y están dispuestos a cumplirla cabalmente para bien de la comunidad, del estado y del país. Ojalá ellos sean quienes persuadan al electorado y decida en su favor.

Una elemental observación de la realidad que se vive en estos tiempos nos lleva claramente a la conclusión que ha fallado la política. Los hechos y los resultados hablan por si mismos. La política no está cumpliendo con su cometido porque en realidad no es política lo que se hace sino una simulación interesada. No se está procurando la armonía sino fomentando la división, no se defiende la equidad sino que se ha auspiciado la desigualdad; no se está garantizando la tranquilidad sino se ha permitido el desborde de la inseguridad y la violencia; no se castiga a quien delinque sino que se ha dejado campear la impunidad; no se crean oportunidades para la superación y progreso de las personas, especialmente las más necesitadas, sino que se alienta el conformismo y la pasividad con dádivas controladoras disfrazadas de acciones justicieras. Estamos permitiendo el fracaso de la política que es la renuncia a las libertades, a la democracia y el bien común. Las consecuencias ya son muy delicadas.

Sin buena política no hay democracia. Democracia sin política es anarquía y política sin democracia deviene en autoritarismo concentrador del poder, ajeno al reconocimiento de la pluralidad y al ejercicio de las libertades. Democracia supone apego a las leyes y funcionamiento efectivo de contrapesos que impiden el ejercicio del poder absoluto.

Los actuales son tiempos de reflexión ciudadana y de activismo comunitario. Son momentos que exigen análisis y honestidad intelectual para discernir lo que más conviene para nuestra tierra. Es la oportunidad para observar el desempeño de las y los candidatos, percibir su sinceridad y convicciones en sus dichos, saber a que intereses responden o si de verdad su único interés es Zacatecas. Es la ocasión para exigir buena política y votar por quien sí la practica. Ya no es posible que permitamos que continúe la degradación de la política dándole el poder a quienes sólo buscan beneficiarse con su ejercicio. Nuestra tierra ya no lo aguanta más. No podemos ni debemos seguir así. No lo merecen las nuevas generaciones a riesgo de que continúen en la desesperación, la frustración y la incertidumbre, todo ello propicio para caer en los vicios y las terribles adicciones. Zacatecas ya no aguanta más el atraso, el marasmo, la atonía , ni la fatalidad del conformismo complaciente. Tenemos todo para ser un gran estado: educado, culto, con trabajo productivo, con progreso y desarrollo en paz, seguridad y oportunidades para todos. Lo que ha faltado es la buena política.